Aún no, pero el Backbone Pro se acerca bastante a esa idea, aunque con un precio elevado: 189.99€, más una suscripción opcional de 40 dólares anuales para desbloquear todas sus funciones.
La versión que he probado y me acompaña en mi día a día es la de iPhone.
El Backbone One, que todavía sigue disponible, solo funciona con el móvil encajado directamente en el mando, lo que elimina la necesidad de batería o conectividad inalámbrica. En cambio, el Backbone Pro incluye Bluetooth y batería propia, por lo que puede funcionar como un mando independiente. A esto ahora lo llaman “modo inalámbrico”, mientras que el uso tradicional con el móvil conectado se denomina “modo portátil”.
Cambios clave
La diferencia principal entre ambos modelos está en su funcionalidad, pero también hay una rediseño físico notable. El Backbone Pro solo se ofrece con conector USB-C (adiós a Lightning), por lo que solo es compatible con iPhones 15 o posteriores.
Lo más importante detrás del Backbone Pro es su software, y sobre todo su suscripción Backbone Plus, que es lo que permite realmente desbloquear su potencial.
En una presentación previa, el CEO de Backbone, Maneet Khaira, compartió su visión: “Creemos que en el futuro bastará con un solo dispositivo para jugar en cualquier pantalla. Incluso un niño sin consola podrá jugar a Fortnite en una televisión cualquiera. Backbone Pro busca precisamente eso: ofrecer una única herramienta para moverse de pantalla en pantalla y hacer que el mundo del gaming sea accesible para muchos más usuarios”.
Diseño más ergonómico
Uno de los problemas con los primeros mandos móviles era que, al priorizar la portabilidad, se sacrificaban ergonomía y funcionalidad. El Backbone Pro mantiene un tamaño compacto pero introduce mejoras importantes: agarres más cómodos, joysticks de tamaño completo, botones traseros y gatillos con tecnología Hall Effect.
Los botones ABXY ahora usan interruptores más silenciosos, con un recorrido más largo. Al principio me parecieron menos sensibles, pero me acostumbré rápido. En juegos locales como Carrion o Hades, no noté retraso. Sin embargo, jugando por Bluetooth (Lies of P en Mac o Dead Cells en iPad), sí percibí algo de lag ocasional. Afortunadamente, puedes seguir conectándolo por cable si lo prefieres.
Los agarres tienen una textura agradable y más suave que la del mando de Xbox, lo que los hace cómodos para sesiones largas. Personalmente, me costó usar los botones superiores sin pensarlo, pero los traseros ayudan mucho. No son difíciles de pulsar, pero lo justo para evitar toques accidentales. Los asigné por defecto usando el software, y funcionan bien incluso con los dedos anulares.
Los gatillos son más grandes y tienen un recorrido profundo, útil para apuntar, aunque no tan rápido para disparar. Puedes configurar zonas muertas y topes virtuales desde la app, pero sin un tope físico, la experiencia no es tan precisa.
En el lateral izquierdo hay un botón para emparejar vía Bluetooth y un jack de audio, mientras que en el derecho está el puerto USB-C para carga. Este también carga el móvil cuando están conectados, haciendo una carga en cadena. Según Backbone, la batería dura unas 40 horas, aunque en la primera carga se me agotó más rápido.
Cuando emparejas el mando con otro dispositivo, puedes elegir desde el móvil cuál controlar. Pero sería más práctico poder cambiar de perfil directamente desde el mando. Además, al tocar la pantalla mientras usas la app, el Bluetooth se desconecta.
Software… y $oftware
La versión gratuita del software es muy básica: permite usar el mando y reasignar botones (en iPhone, desde los ajustes del sistema). El resto de funciones requieren la suscripción de 40 dólares al año, lo que eleva el coste total a unos 210 dólares (aunque incluye un mes de prueba).
La suscripción Backbone Plus añade funciones interesantes: compatibilidad con servicios de streaming, chat, un lanzador de juegos unificado, acceso a juegos retro y emuladores, perfiles personalizados por juego (con ajustes de botones, zonas muertas y gatillos) y una función llamada FlowState, que guarda tus dispositivos emparejados para cambiar entre ellos fácilmente.
Por ejemplo, una vez emparejado con el iPad, basta con seleccionarlo en la app para reconectar. Puedes elegir también el perfil de juego deseado. Todo es bastante fluido, salvo por los problemas típicos de Apple o los servicios de terceros (como el molesto inicio de sesión de GeForce Now o los accesos web de Xbox Cloud Gaming).
Eso sí, un detalle molesto: al navegar por la biblioteca de juegos, los sonidos se reproducen automáticamente. Si eres sensible al audio, puede ser muy desagradable. Irónicamente, rediseñaron los botones para que suenen menos, pero dejaron el software ruidoso.
Compatibilidad y conclusiones
Backbone afirma que el mando es compatible con Xbox, pero en realidad la consola no permite conexión Bluetooth. Solo puedes usarlo con Remote Play o juego en la nube, lo cual no siempre es viable. En mi caso, Remote Play no funciona por la configuración de red, y el juego en la nube varía en calidad.
En resumen, el Backbone Pro es una opción atractiva si te gusta jugar con mandos conectados al móvil o quieres un dispositivo compacto con Bluetooth. No necesitas la suscripción si solo buscas eso. Pero si usas múltiples dispositivos y estás dispuesto a pagar un extra por la experiencia más completa y fluida posible, probablemente este sea el mejor mando que puedes encontrar.
Puedes comprar el Backbone Pro a través de su Web Oficial.
*También tienes disponible la versión anterior, el Backbone One, a un precio mas económico en Amazon.